Durante su vida en Nigeria, el gran Orula dedico sus últimos años a continuar
las enseñanzas a los sacerdotes que fueron iniciados por sus cuatro primeros
discípulos, les explico como la luz del conocimiento penetra en la mente a
través de una conducta correcta, lo cual previene, además de ser víctima de las
entidades malévolas.
El ejercicio del culto debía darles para vivir sin que la ambición se albergara en sus corazones, pues el sacerdote que oculta un camino venturoso para el consultante, mostrándole solo, por simple afán de lucro, los senderos azarosos, se ve envuelto en similares desventuras, y va perdiendo la credibilidad entre sus ahijados, amén de perjudicar su casa y el buen nombre del culto.
De la misma manera, quien
atiende a una mujer aquejada de problemas, y en lugar de ayudarla la envuelve
entre las finas redes de su credulidad, con ánimos de poseerla, despreciando su
situación familiar o conyugal, es un vicioso que tarde o temprano sufrirá el
castigo de los benefactores.
El Babalawo no debe ser
tonto en las cuestiones materiales, pero tiene que medir muy bien sus pasos y
evitar acciones innecesarias. Del mismo modo ha de actuar en la preparación de
brebajes y limpieza rituales, y cumplir los requisitos que Ozain ha exigido
desde los primeros tiempos, sin violentar los pasos que lleva cada ceremonia
para que con esta debidamente realizada se obtengan los beneficios que la
persona espera.
Por otra parte cabe
resaltar que como método de defensa no se debe hacer daño innecesario, ya que
para protegerse del enemigo es suficiente rechazar sus ataques, de modo que
este se percate de la imposibilidad de su victoria, así como brindarle también
otros caminos para que se aleje de nuestras vidas.
El maestro dejo aclarado
ciertos puntos de la escala de Ifá; demostró que un espíritu deificado es tan
fuerte e influyente entre los hombres como una deidad, y la posición relativa
en la escala, en este caso se debe al orden de las emanaciones de Olofin; lo
principal es el nivel que ocupan en el peldaño el espíritu y la deidad, pues un
espíritu deificado en los más altos niveles no es inferior a una deidad que
haya descendido de su peldaño.
Orula instruyo a sus seguidores, entre otras cosas en lo siguiente: en el arte de la escritura antigua mediante símbolos, para preservar los secretos, y en el significado y descripción de los signos mayores y menores.
Con posterioridad fue deificado una vez más después de su muerte, y la continuación del libro sagrado quedo en manos de los Babalawos, quienes seguirían existiendo a lo largo de los años, y a el mismo cuando reencarnara en esa tierra, para su grandeza y la de Ifá
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