El patakí cuenta que
en el principio del mundo sólo existían Olorun y Olokun, entidades
hermafroditas, conteniendo ambas el principio masculino y el femenino, quienes
dieron origen a Yemaya. Sin embargo, durante mucho tiempo Olorum y Olokun
lucharon por el dominio sobre la tierra.
Cada vez que Olorum
enviaba a la Tierra alguna bendición, Olokun se lo apropiaba. Por su parte,
Olorum quería ser el unico soberano sobre la tierra, pretendiendo la sumisión
que el mar se desbordara y cubriera todo el planeta. Después de esto hubo que
rogarle a Olokun para que la tierra volviese a existir. Tan terrible y poderosa
es Olokun que cuando Olorum se separó de ella y se fue el cielo, Olokun pudo
sobrevivir aquí abajo, sola y en rebeldía, sin embargo la armonía estaba rota,
dado que se había roto la comunicación con el lugar que representa la
manifestación directa de la trascendencia, el poder, la perennidad y lo
sagrado, es sublime y que ningún ser vivo sobre la tierra puede alcanzar, la
tierra perdió esa armonía.
Fue entonces cuando
Obatala tuvo que bajar del cielo para atar a Olokun con siete cadenas y
someterlo, pues al ver que perdida la espiritualidad, los hombres descuidaban
su culto, trató de ahogar a la humanidad entera y todo lo que existía.
Desde entonces
Olokun mora en las profundidades del océano junto a una gigantesca serpiente
marina que asoma su cabeza en luna llena. Aún estando atado como está, con
siete cadenas, cuando se encoleriza hace estragos. Obatala fue muy prudente al
dejarlo atado, y los hombres al no olvidar su culto.
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