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PATAKI




 EL CAMINO DE COMO NACIÓ LA PALABRA SAGRADA DE ORUNMILA


Olofin, poderoso obá de todos los fenómenos, esposo de Aiyé, su primera esposa, tuvieron un primer hijo, al cual llamaron Ela, el futuro Ifá. Después ellos siguieron teniendo hijos, llegando a tener numerosa prole, entre hembras y

varones, a los que ellos les pusieron nombres rigurosamente secretos. 

La infancia de Ela se distinguió de las de los otros niños de su edad por una particularidad notable, el lloraba bastante a menudo y no oía, parecía estar atacado de mutismo, pues hasta su adolescencia no había pronunciado una sola palabra. Un día, a continuación de una pesadilla que había tenido Ela, Olofin tratando de despertarlo lo golpeó con su bastón y quedó sorprendido al oír que su hijo había, entre sueño, pronunciado una frase única. Babá Eyiogbe, acto seguido, como su hijo Ela no despertaba, lo volvió a golpear con su bastón y a cada golpe que le daba, él siguió pronunciando Oyekun Meyi, Iwori Meyi y así hasta llegar a Oragun, donde Ela despertó de su pesadilla. 

En otra oportunidad volvió a suceder lo mismo y después de una golpiza que su padre Olofin le propinó, Ela le dijo: Padre, yo solo puedo pronunciar un nombre o frase por golpe recibido, golpeeme más seguido durante un tiempo y así me será posible tener una conversación completa con usted. Muy asombrado Olofin siguió al pie de la letra el consejo de Ela.

Un día Ela le dijo a Olofin: Padre, yo voy a morir, pero le voy a dejar una herencia magnifica que conservará usted, pues de ninguna manera usted olvidará jamás lo que le voy a explicar. Los nombres que usted me oía pronunciar cada vez que me golpeaba, son los nombres que mis futuros hijos e hijas espirituales, que son el producto de mi aliento y estos son ocho hijos: Babá Eyiogbe, Iwori Meyi,

Iroso Meyi, Obara Meyi, Ogunda Meyi, Ika Meyi, Otura Meyi y Oshe Meyi. Mis hijas también serán ocho: Oyekun Meyi, Ojuani Meyi, Okana Meyi, Osa Meyi, Otrupon Meyi, Irete Meyi y Oragun. La verdad es que yo desapareceré, más nunca apareceré, pues me transformaré en una joven palmera, Idafe, que nacerá cerca de esta casa; tendrás gran cuidado de protegerla bien para que crezca

rápidamente con sus nueces, que se llamarán ikín, que le predicaran el porvenir de todos sus hijos en nombre de Ifá. 

Ela continuó hablando con su padre Olofin largo tiempo, revelándole los secretos que a él le fueron confiados por Olodumare y razón por la cual nació sin voz y la instruía de la mejor manera posible, esperando el momento de su metamorfosis. Súbitamente Ela se desplomó en el regazo de su padre, como hacen todos los humanos al dar su caída. Después Olofin sepultó a Ela en el patio de su casa y ahí mismo surgió enseguida, de las entrañas de la tierra, una palmera desconocida, de una esencia especial que sirvió para revelar a todos los hijos de Olofin sobre toda la faz de la tierra, los secretos de sus respectivas vidas.


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