EL CAMINO DE LOS SÚBDITOS DE OLOFIN
Los súbditos le rendían todas las
mañanas homenaje a Olofin, le pedían la bendición, le besaban las manos, los
pies, su túnica sagrada demostrando así una verdadera y mística adoración al
padre a tal extremo que éste creía fielmente que esa demostración de afecto y
cariño nacía de lo profundo del corazón de sus súbditos y que por consiguiente
eran súbditos sinceros, fieles y abnegados. Pero Ejiogbe, que a menudo
frecuentaba las fiestas, los lugares de reunión y hasta los hogares de muchos
de ellos, llegó a comprender que eran egoístas, soberbios, envidiosos,
hipócritas y que cada cual trataba de vivir lo mejor posible, aunque para
lograrlo tuvieran que perjudicar al prójimo.
Una mañana cuando los súbditos estaban
en su acostumbrada pleitesía al padre, Ejiogbe, que estaba a su derecha le dijo
a Olofin:
Papá, usted no sabe que todas estas
muestras de aprecio y reverencias, es pura hipocresía.
Lo que Olofin contestó:
Ejiogbe, observa con que unión y
devoción me rodean en este homenaje y esta es prueba fehaciente de que acatan
con alegría los preceptos que les he dictado para su felicidad y la de sus
descendientes; si fueran malos como tú dices, entonces ellos no podrían
ofrecerme esas pruebas de gratitud.
Ejiogbe no quedó conforme y cada mañana
le decía insinuaciones a Olofin y éste no quería oírlo y se hacía el
desentendido.
Una mañana, cuando ya Olofin de tanto
escuchar las reconvenciones de Ejiogbe y cuando los súbditos lo estaban
adorando, los mandó a poner de pie y en presencia de Ejiogbe les preguntó:
Súbditos míos, yo deseo saber si
ustedes me aman de verdad y obedecen los mandatos que para vuestra familia os
he enseñado a guardar.
Entonces todos los súbditos poniéndose
de rodillas ante el padre respondieron:
“Padre, nosotros lo amamos, respetamos
y aceptamos y obedecemos sus mandatos, pues sabemos que son para nuestra
felicidad.
Cuando los súbditos se retiraron
Ejiogbe le dijo a Olofin: Papá, no estoy de acuerdo con nada de eso, toda esa
demostración es pura hipocresía, pues si ellos son malos los unos con el otro,
no pueden amarlo a usted como expresan, pero con su permiso yo mañana se lo
demostraré de una vez para siempre.
Al día siguiente cuando llegó la hora
de la adoración, Ejiogbe preparó una canasta llena de monedas de oro y se puso
a la derecha de Olofin, y cuando los súbditos iban a ponerse de rodillas para
dar comienzo a la adoración, Ejiogbe da un paso al frente y alcanza con sus
manos la canasta a su cabeza llena de dinero y la lanzó hacia atrás. Los
súbditos al verla se abalanzaron a cogerla, donde Ejiogbe, tuvo rápidamente que
apartar a Olofin, o de lo contrario aquella muchedumbre por el oro lo hubiera
pisoteado.
Entonces fue cuando Olofin comprendió
la razón que tenía Eyiogbe y Olofin sentenció:
Ejiogbe, es verdad que son malos y que
no se aman los unos a los otros y son falsos e hipócritas.
Nota: este
pataki nace en el oddun de ifa “BABA EJIOGBE”
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